LA VOZ y la opinión


Periodismos Judeo Argentino Independinte
La evolución de la mujer beduina en Israel:
Una líder, Jadra Alsena

Por Moshé Korin
Los beduinos y el Estado judío
A partir de la creación del Estado de Israel, la sociedad beduina ha atravesado transformaciones vinculadas al progreso. El cambio más importante y significativo fue la transición del campamento a los poblados fijos.
Hasta el establecimiento del Estado, los beduinos vivían como nómades, iban de un lado a otro junto a sus familias y el ganado que poseían, y vivían en tiendas. Desde mediados de los años sesenta, el Estado comenzó a edificar ciudades para los beduinos, con el propósito de persuadirlos de que abandonaran sus tiendas y se establecieran en poblaciones permanentes.
Hasta 2003 se habían levantado siete aldeas reconocidas; “Laki´ia” es una de ellas. El poblado de Laki´ia fue creado en 1990, y es conocido gracias a la gran fábrica de tejidos que hay en él, la cual produce alfombras y otros artículos tradicionales beduinos. La fábrica es una iniciativa de mujeres y fruto del trabajo de ellas.
La transición a viviendas permanentes no fue sencilla; estaba la cuestión de la propiedad de los terrenos, a los cuales debían renunciar los beduinos. El paso a un domicilio fijo acarreó cambios en la estructura de la familia beduina, y en especial en la situación de la mujer. Acerca de todo esto fue muy interesante escuchar de boca de Jadra Alsena, directora general de la Asociación que fundó la fábrica de tejidos en Laki´ia. Ahora la Asociación cuenta con más de setenta mujeres, pero al principio eran muchas menos. Cada año la actividad de este emprendimiento se amplía.
Jadra es una mujer llena de energía y encanto personal, cree en la importante revolución que ella lidera.
Oportunidad de conocer este fenómeno tuvimos, mi esposa y yo durante la última visita a Israel, a casa de nuestra familia que vive en el Neguev. Dado que nuestros nietos trillizos concurren durante todo el día al jardín, tenemos generalmente tiempo libre hasta las 17 horas, para poder pasear y conocer, más aun, teniendo un automóvil a disposición.
Una noche se acercó a nosotros una compañera del Kibutz, Lea, que también es guía turística en la zona (lógicamente habla muy bien el árabe) y nos invitó para la mañana siguiente a visitar el poblado de Laki´ia y muy especialmente a conocer a Jadra Alsena.
Ni bien llegamos, alrededor de las 9 de la mañana, luego de saludar amigablemente a algunas señoras, Lea nos presentó a Jadra, quien nos recibió respetuosamente y después de una corta conversación entre ellas, la Sra. Alsena se dispuso a responder a curiosidades e interrogantes que le habíamos formulado a la guía durante el viaje y la noche anterior.
La compañera del Kibutz, se puso a disposición nuestra como intérprete, aunque también nos defendimos bastante bien con el hebreo, idioma que la directora del emprendimiento domina bastante fluidamente.
La primera pregunta que le formulamos fue:
-¿Cuáles son los cambios que afectaron a la familia beduina con la transición a los asentamientos permanentes?
A lo que ella respondió, permitiéndonos grabar la conversación: “Los cambios en la vida beduina tras la creación del Estado realmente produjeron alteraciones en la vida de la mujer beduina. Antes de eso, las personas se alimentaban de la tierra y de los rebaños de ganado en las cercanías de la casa. La mujer estaba en el hogar y no precisaba educación o títulos. El sustento venía de la tierra. El marido salía al mundo exterior, compraba los productos necesarios o intercambiaba el fruto de su tierra por cosas imprescindibles. Esas eran las exigencias de la vida.
El cambio se produjo cuando la tierra fue tomada de los beduinos, y el sustento de la familia pasó a depender del sueldo que venía a fin de mes. Como consecuencia, empeoró la situación económica de los beduinos. Tampoco en otros aspectos, tales como la educación y la salud, la situación era buena.
Cuando se crearon las aldeas reconocidas, algunos de los beduinos fueron a vivir en ellas, pero una cantidad no desdeñable permaneció en las aldeas no reconocidas. Existen casi 44 aldeas no reconocidas”.
- ¿Qué es una aldea no reconocida?, le seguimos preguntando.
- “Una aldea no reconocida es una que no recibe servicio alguno del Estado. No hay en ella ninguna infraestructura de servicios estatal. No hay agua ni hay rutas, sino caminos de polvo.
En las siete aldeas reconocidas viven cerca de cincuenta mil almas; pero también ellas, en comparación con la situación en Israel, se encuentran en lo más bajo de la escala. Yo vivo en `Laki´ia`, y hasta ahora no tenemos caminos pavimentados. Un cincuenta por ciento de los habitantes no tiene electricidad, y hay problemas de agua prácticamente a diario. No hay servicios sociales; lo niños no tienen un centro cultural y deportivo (`matnaz`), y cuando precisamos de servicios, debemos acercarnos a la ciudad de Beer-Sheva.
¿Qué gané al pasar de mi tierra a una aldea reconocida? Todo el sector beduino se perjudicó con la transición de una vida nómade a un lugar fijo, pero los más perjudicados resultaron la mujer y los niños. El hombre es quien sale, y es él quien debe tomar la iniciativa e ir a exigir los servicios básicos para su mujer y familia. Soy una de las mujeres que dicen que el hombre no cumplió con su función y no hizo nada para que nosotros, como ciudadanos de Israel, recibamos los servicios que nos corresponden”.
Luego seguimos indagando y solicitándole que nos cuente de la situación de la mujer beduina, y qué le sucedió en la transición a una vida sedentaria. A lo que ella respondió:
“Antes de la transición, la mujer era la columna vertebral de la casa. Era creativa; era la que había edificado la casa con sus propias manos, cocinaba la comida, preparaba las verduras para el invierno y el verano, elaboraba todos los tipos de queso de la leche de los rebaños, las mantas, los vestidos, las almohadas. Todo lo que hay en la casa, lo hacía la mujer con sus propias manos. El hombre trabajaba la tierra y pastoreaba los rebaños. La ayudaba saliendo a buscar aceite de Gaza y de Jevrón, o de otros lugares.
Con la transición a una vivienda fija, se debilitó el estatus de la mujer; su anterior condición le fue quitada. Su marido sale a trabajar, y ella no hace nada. Su tarea básica consiste en criar a los hijos. Y también esto, sin que ella pueda enseñarles el mundo exterior. Ella no conoce todo lo que hay en el entorno. Su hijo va a la escuela y aprende cosas, y cuando le hace preguntas, ella no sabe contestarle, y eso le da la sensación de que ella no es importante. Y cuando su estatus desciende, asciende el del marido; ella se vuelve dependiente de él más y más, y él la domina.
Hasta que nosotras, yo y mujeres jóvenes como yo, decidimos que era necesario hacer algo que nos hiciera más llevadera la vida a nosotras y a nuestras hijas”.

El proyecto
Durante la visita, que fue también una entrevista, nos quedó claro que Jadra es una beduina nativa de Lod. Se casó en Laki´ia, y esto representó un cambio significativo para ella. Venía de una casa que tenía agua y electricidad, y en Laki´ia no hay electricidad. Ella personalmente tiene grandes aspiraciones. Ve que la situación en el Neguev mejora a un ritmo muy lento. La gente quiere hacer cosas, pero son lentos, por eso comenzó a tomar iniciativas.
Empezó junto a algunas chicas a estudiar en la universidad un curso de elaboración de proyectos. Pensaron en una asociación civil, siendo el objetivo principal sacar a las mujeres de las casas, fortalecerlas, para que sean más activas en la sociedad. Sabían que tenían fuerzas, no querían conformarse con actividades extracurriculares y formación. Pensaron que si querían llegar al objetivo cuanto antes, deberían darles a las mujeres un fortalecimiento educativo, social, cultural y económico al mismo tiempo.
El proyecto de los tejidos se prestaba más que cualquier otro; también debido a que al principio daba ocupación a las mujeres en las casas, y también debido a que sin electricidad en las casas, no era posible dedicarse a la costura, o a algo que demandase el trabajo de máquinas. Por eso los tejidos se prestaban.
El proyecto comenzó con algunas mujeres, entre ellas una mujer inglesa llamada Rose (una idealista, especie de misionera), quien se estableció en el lugar, y el proyecto comenzó en su casa. Comenzaron a tejer las muestras tradicionales, y poco a poco mejoraron las calidades desde el punto del vista del color, el diseño y los conservantes. Ahora trabajan en grupos: un grupo al cual se le compra la lana; otro que se ocupa del tejido, y un grupo que hace la terminación.
Queda claro, que fue sumamente difícil sacar a las mujeres de las casas. Había mujeres que temían al qué dirán, y en esos casos las dejaron trabajar en sus casas. El dinero lo entregaban en mano, por varias razones. En primer lugar, no tenían bancos en ese lugar, ni correo, y el marido es quien debe hacer efectivo el cheque. Pero si daban el dinero en efectivo, la mujer podía hacer con él lo que más quisiera, y también separar una parte y ahorrar.
Varias de las mujeres comenzaron a creer en su poder. Del mismo modo, alentaban a las mujeres para que emprendieran estudios. En 1997 ya había cinco mujeres en la universidad; ahora, más de ciento cincuenta. Y así, poco a poco, los varones comenzaron a creer en el poder de las mujeres. Ellos comprendieron que una mujer que tiene un título recibe a fin de mes un sueldo y puede ayudarlo a conseguir el sustento de la familia.
A las mujeres que no pueden encarar estudios, nosotras las promovemos con el proyecto de los tejidos. La fábrica de tejidos trabaja no sólo en la calidad de las alfombras, sino también en el fortalecimiento y enriquecimiento personal del equipo de trabajadoras. No hay que olvidar que estas mujeres venían de hogares en los cuales los hombres apenas las dejaban salir; pero el sueldo a fin de mes los suavizó, y ellos comenzaron a alentar a las mujeres para que salieran.
Algunas de las muchachas aprendieron hebreo, obtuvieron la licencia para conducir, aprendieron computación y contabilidad. Incluso envían algunas muchachas del equipo a estudiar turismo.
Cada año vienen con nuevas ideas, que se integran al cambio social. Saben que el turismo es un negocio redituable en la zona del Neguev, por lo cual también trabajan en este sentido y procuran mejorar en la medida de lo posible el lugar, para que la gente venga.
El objetivo ahora es transformar la fábrica de tejidos en un negocio. Llegaron a una situación en la cual tienen una buena calidad, un diseño especial, un trabajo único en Israel y en Medio Oriente. Atienden pedidos especiales tanto para el extranjero como para diseñadores de interiores en Israel.
Tienen varios locales de venta, y también las visitan muchos turistas. Les muestran todas las etapas del trabajo: la esquila de lana de la oveja; las etapas de lavado; el hilado; la tintura, etc. Todo este proceso es muy interesante y la gente recibe una visita guiada.
Otra de las especialidades es la costura beduina. Ellas creen que dentro de un año o dos aproximadamente, tendrán un negocio. Los gastos son grandes, y si no se mantienen a flote como empresa, simplemente cerrarán el lugar y permanecerán en casa.

Educación para adultos
¿Cuál se tu rol en todo este gran proyecto?, le seguimos preguntando:
“Yo fui una de las fundadoras de la Asociación; ahora soy la directora general. Comencé como coordinadora del proyecto de desarrollo de la mujer en la familia. Nosotras estamos haciendo algo muy importante en el Neguev; las mujeres de más de 25 años no recibieron ninguna formación. Los porcentajes de analfabetismo en nuestra zona alcanzan un noventa por ciento, y a medida que se ingresa en las aldeas no reconocidas, este porcentaje asciende.
Somos una asociación líder en el tema de educación para adultos. Damos una oportunidad a la mujer de saber ante todo árabe y después hebreo. Cuando una mujer se dirige al hospital, a la obra social, al banco, y a todas las instituciones sociales de las cuales recibe un servicio, debe saber hebreo. Ya vi casos en los que se les dijo a mujeres, o que trajeran a alguien que las ayudara con el hebreo, o que se fueran para no volver.
Es imprescindible que la mujer tenga un vínculo con el mundo exterior, y nuestra Asociación le brinda los instrumentos para hacer frente a la sociedad moderna, enriqueciéndola desde una perspectiva social y económica. Educamos para una vida familiar, para la salud, y también capacitamos trabajadoras como fuerza laboral.
Una aldea que recibe un estatus de aldea reconocida precisa de manos trabajadoras. Hay que construir centros recreativos y culturales para la juventud, hay que construir el consejo zonal, escuelas y otras instituciones, y es preciso que haya fuerza de trabajo que comience la tarea. Esa es nuestra función, capacitar mujeres para que estén activas y tengan un lugar en la construcción de las nuevas aldeas”.

¿Cómo se las arreglan las mujeres con sus maridos?
“Hay todo tipo de casos. No todos los hombres son iguales. Hay hombres que procuran que la mujer no salga de casa, y de este modo mantienen el control sobre ella, y ella debe serviles café. Pero hay mujeres jóvenes que desde un principio ponen condiciones: quieren salir a estudiar y a trabajar.
Una mujer necesita trabajar, no sólo parir. Si bien yo conozco mujeres que prefieren la segunda posibilidad. Estos cambios crearon problemas de falta de equilibrio”.

¿Y los hombres?
“Desde 1997 nosotras trabajamos sólo con mujeres, las fortalecemos, las enriquecemos, y dejamos a los hombres atrás. Buscamos una solución a esta cuestión; nos asesoramos con las mujeres. Ellas dijeron que el apoyo de la Asociación las hizo avanzar, pero que sus maridos estaban envidiosos. También ellos querían disfrutar de la bondad de nuestra organización, como sus mujeres. Y entonces empezamos a trabajar también con los hombres. Les hicimos jornadas de reflexión acerca del lugar del hombre en la familia y en la Institución.
En los primeros días de la Asociación decidimos que no dejaríamos ingresar a ningún hombre, porque temíamos que tomaran el control de la misma; pero no tenemos ningún problema en darles un servicio. Si bien incorporarlos a la Asociación y a la dirección, es algo todavía prematuro. Cuando seamos lo suficientemente fuertes, tal vez podamos disponer las cosas de otra manera”.

Con mucho interés y muy sorprendidos seguimos averiguando:
¿Cuándo comenzaste a trabajar, y cómo recibió esto tu marido?
“Antes de casarme trabajaba y estudiaba. No seguí estudiando en la universidad debido a la situación económica de la familia. En realidad me inscribí y fui aceptada, pero debía pensar en mis hermanas pequeñas. Tenía dos posibilidades: o continuaba estudiando o las ayudaba a ellas, y la cuestión de la ayuda a la familia fue más fuerte, y todavía lo es”.

Jadra Alsena, directora general
Después de algunos años se casó y siguió ayudando a sus hermanas. Dos semanas después del casamiento empezó a trabajar allí. Era la persona indicada en el lugar indicado, porque había una gran sed de mujeres con capacidad de liderazgo. Trabajó duro y demostró lo que podía. Ella vino a una zona que no tenía liderazgo. Su marido estuvo acostumbrado desde un principio a que ella trabajara, y además la situación económica de la pareja era difícil, y era obvio que debía trabajar.
Al principio trabajó como cuidadora de niños en el centro recreativo, y le ofrecieron allí un puesto de coordinadora de jardines de infantes. Tuvo miedo y dijo que era algo difícil, y que no tenía experiencia, y le dijeron que eran conscientes de ello, pero que no habían encontrado a nadie apropiado. Prometieron ayudarla, y le asignaron a una mujer de la sociedad de centros recreativos, Y así, poco a poco, fue avanzando.
Desde entonces dice permanentemente a las chicas: “sépanlo, la primera, aquella que aborda un tema nuevo que todavía no fue tocado, avanza más rápido en los cargos”.
Intentan trabajar correctamente; construyeron una estrategia desde el principio; definieron para ellas qué es lo que esperaban de cada una de las etapas. Si era negativo, preguntaban qué se debe hacer. Estudiaban cada etapa antes de ejecutarla, y así, lentamente, fueron en la dirección correcta. Para conseguir trabajadoras, a veces ingresan dentro de familias muy cerradas, para las cuales cualquiera que provenga del exterior es una amenaza.

¿Hay todavía entre Uds. personas que estén en esa situación? Le preguntamos.
“Sí, las hay, las hay. Con personas así debo trabajar por partida doble. Para que me den su confianza. Me dirijo al hombre de la familia, encuentro conocidos en común a fin de ganarme su confianza, y sólo por medio de las relaciones personales es que puedo entrar y sentarme junto a ellos.
Con las mujeres comienzo con métodos que desarrollé, y luego avanzo lentamente, hasta que las preparo para que estén dispuestas a crecer. Luego paso a otro grupo, y debo comenzar todo desde un principio y volver todo el tiempo a los viejos métodos que utilicé con el grupo anterior. Es difícil, y la gente todavía tiene miedo. No les resulta fácil confiar en quien viene de afuera.
Hay ahora muchas asociaciones que no son de confianza, y esto influye. Nos llevó mucho tiempo hasta que la gente entendió que somos una asociación seria”.

Aldea turística
Jadra no permanece inactiva; está llena de nuevos proyectos. Ella presentó un plan para la construcción de una aldea turística, que tendrá de todo: una fábrica de tejidos, paseo con camellos y talleres de tradición.
La directora general quiere una parcela de tierra que pertenece a la administración pública, porque hay una legislación gubernamental, por la cual si se construye una escuela, se debe llegar a un acuerdo con el propietario de la tierra, y todas las personas empleadas deben ser familiares del dueño. Ella no está dispuesta a eso. Jadra quiere una parcela pública, para que nadie esté por encima de ella y le de instrucciones. Espera que el nuevo presidente del concejo de Laki´ia crea en todos los emprendimientos y también en la idea de construir.
Esto también podría solucionar problemas de desempleo que existen en la zona. Nuestra entrevistada le dijo a los funcionarios del Ministerio de Empleo, que no hay en toda la aldea un solo salón de casamientos, y quien desee hacer una fiesta o una boda, debe llegar hasta Beer Sheva o a los “kibutzim” de los alrededores. Ella les reiteró que si construían en el lugar gimnasios para mujeres, una pileta de natación y un lugar turístico, se podría dar empleo a muchas mujeres.
Y agrega: “¿Saben cuántas solicitudes tengo de mujeres que desean un gimnasio? Las beduinas no pueden caminar por las calles, es para ellas una vergüenza caminar afuera, donde los hombres pueden verlas. No tengo problema en recolectar los fondos para la construcción del lugar; tengo un problema con la parcela”.

¿Puedes atribuirte el mérito de haber impulsado tanto la mejora de la situación de la mujer beduina como importantes proyectos en el Neguev? Seguimos emocionados preguntándole:
“Sí. Lo reconozco. Yo también tengo una enorme satisfacción. Nosotros hicimos aquí verdaderamente una revolución. A pesar de todos los problemas. Veo a nuestras quince maestras, y me digo: nos construimos a nosotras mismas, construimos un plan detallado para la enseñanza de adultos. Lo hicimos solas. Recibimos excelentes `feed-backs` y no me sorprende, porque sé lo duro que trabajamos para llegar a esta situación. Hicimos algo único en el Neguev, que no existía antes, y somos las pioneras. Alentamos a muchachas para que fueran al secundario, dimos becas a las dos primeras chicas que fueron a la universidad o a estudios terciarios, y después a otras cinco y otras cinco. Ése es nuestro éxito”.

¿Qué hay de la educación de tus hijos?
“Tengo tres hijos. A los mayores los mandé a un curso de natación, algo que yo jamás tuve. Los mandé a cursos de actividades extracurriculares; arte y deporte. Todo lo que soñé y no tuve, lo realizo a través de los chicos. Los llevo a todo tipo de lugares, como el safari, y ellos se integran a la sociedad judía. Tienen amigos judíos, y eso los alienta a aprender otro idioma y otra cultura. Si la secundaria nuestra no mejora, los enviaré a una secundaria judía en otro lugar. No tengo alternativa”.

¿Y no hay quien diga “éstos son judíos y éstos beduinos”?

“Nunca oirás cosas así. La desigualdad no proviene de entre los pueblos, viene de arriba, de los gobiernos. Tengo muchas amigas judías, y mi mamá habla hebreo como una judía hecha y derecha”.

¿Cuál es tu “credo”? Fue nuestra última pregunta, amén de palabras de agradecimiento, emoción y reconocimiento.
“Creo que con mi fe en el trabajo puedo alcanzar cualquier meta, con trabajo, entrega, creando confianza y definiendo un objetivo claro”.
El conocer a Jadra Alsena, fue una vivencia muy singular, conmovedora y muy fuerte. Podemos decir que quien se relaciona con ella, se contagia de su fe y cree en su poder para lograr cualquier objetivo que se proponga.
¡Una mujer excepcional!

Mar-Abril de 2007. Nisan Iyar 5767
Página Principal
Nros. Anteriores
Imprimir Nota

DelaCole.com


www.lavozylaopinion.delacole.com

E-mail: lavozylaopinion@gmail.com

Reg.Prop. intelectual 047343
Los ejemplares del periódico se pueden conseguir en los locales de los comercios anunciantes.

Auspiciado por la Sec. de Cultura de la Ciudad de Bs. As., Registro No 3488/2003 (15-01-04)

Editor y Director: Daniel Schnitman
Socio U.T.P.B.A 14867

Adherido a Sind. Intern. Prensa libre 4339

El contenido de los artículos es de exclusiva responsabilidad de los autores. Su inclusión en esta edición no implica presumir que el editor comparta sus informaciones o juicios de valor. Los artículos publicados pueden ser reproducidos citando la fuente y el autor. La dirección no se hace responsable por el contenido de los avisos publicados.

PRODUCTORA IDEAS DEL KOP S.A.